Pese a que hace dos siglos que se superó la tradición ilustrada griega -según la cual somos fundamentalmente seres racionales- y es ya un lugar común que nuestra condición es mucho más humilde, pues no nos son ajenos los mecanismos impulsivos, mecánicos y emotivos del mundo animal, no es fácil encontrar una recopilación tan extensa y variada de situaciones reales que lo demuestran como este libro de Stuart Sutherland. Posiblemente sea uno de los mejores clásicos sobre la razón como forma de conocimiento, pero no sobre sus mecanismos de inferencia, sino sobre las limitaciones y motivos que demuestran su ausencia en multitud de situaciones y áreas, así como cómo corregir nuestros errores. De ahí que las alusiones a la percepción, las ciencias humanas, las matemáticas, la historia e incluso la ética, conviertan este libro en un pequeño gran compendio sobre teoría del conocimiento.